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viernes, 28 de marzo de 2008

LA EMERGENCIA DE UNA NUEVA ECONOMÍA

LA EMERGENCIA DE UNA NUEVA ECONOMÍA
Edgar Morin
Director Emérito del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia

La Economía que es la ciencia social más avanzada matemáticamente, es la ciencia social y humana más atrasada. Ello tiene que ver con que con frecuencia se abstrae de las condiciones sociales, históricas, políticas, psicológicas y ecológicas, que son inseparables de las actividades económicas. Esta es la causa por la que los expertos económicos son incapaces de interpretar las causas y las consecuencias de las perturbaciones monetarias y bursátiles y de prever y predecir el curso de la economía, incluso en el corto plazo. Obediente al cálculo ella ignora lo que no es ni calculable ni medible, como la vida, el sufrimiento, la alegría, el amor, el honor, el talento, la magnanimidad, la conciencia, el bien y el mal. Su sola medida de satisfacción es el crecimiento (de la producción, de la productividad, de los ingresos monetarios). Ella puede establecer las tasas de pobreza monetaria, pero ignora la subordinación, la humillación, el dolor que experimentan los pobres.
La expansión del mercado ha devenido en verdaderamente mundial bajo la égida del liberalismo económico que ha eliminado todos los antiguos controles y regulaciones éticas de la economía, sin que se haya adquirido un control y una regulación política superior. Su dinamismo invade todos los sectores de lo humano, de la vida, de la naturaleza. Aporta mejoras materiales en ciertos sectores de la sociedad pero asimismo el empeoramiento de problemas.
Cuando esta economía toma el comando de la política, la hegemonía de lo cuantitativo, ignora las cualidades de la existencia, de la solidaridad, del ambiente, de la vida, de las riquezas humanas que no son calculables, ni son monetarizables. En nombre de la conquista del desarrollo la economía inhumana desvaloriza los tesoros culturales y el conocimiento de las civilizaciones arcaicas y tradicionales. El concepto ciego y crudo de “subdesarrollo” permite el rechazo del arte de vivir y de la sabiduría de culturas milenarias.
La racionalidad abstracta de los economistas deviene en irracionalidad cuando el Producto Interno Bruto cuenta como ingresos todas la actividades generadoras de flujos monetarios comprendiendo las catástrofes como los terremotos al mismo tiempo que ignora las actividades benéficas gratuitas.
El desarrollo tecno-económico produce el subdesarrollo moral y psíquico: la hiperespecialización generalizada que compartimos en todos los dominios, el hiperindividualismo, el espíritu de lucro, inducen a la perdida de solidaridad. El desarrollo de la educación disciplinaria aporta diversos conocimientos, pero genera un conocimiento especializado que es incapaz de tener en cuenta los problemas multidimensionales, y determina una incapacidad intelectual de reconocer los problemas fundamentales y globales.
La idea de una economía con rostro humano desarrollada en esta rigurosa, inteligente y sugerente obra formula una exigencia capital de nuestro tiempo. Ella es válida particularmente en América Latina donde con frecuencia se está tratando de crear el desarrollo con apoyo en la veneración del egocentrismo, la sed de beneficios, y la corrupción.
Es por ello que una economía con rostro humano ha devenido como una aspiración, una necesidad ampliamente sentida. Pero ella aun no ha emergido como una alternativa a la economía actual.
Sin embargo, ya se pueden entrever algunos rasgos. Así la economía con rostro humano no pretende suprimir el mercado, pero si regularlo y controlarlo. Ella no pretende suprimir la ganancia pero si superar su hegemonía. Ya se ha iniciado una economía plural que contiene los desarrollos de la economía solidaria, de las asociaciones y cooperativas, el desarrollo del comercio equitativo que permite liberar a los pequeños productores de los intermediarios, los “coyotes” que los explotan, el desarrollo de una ética de consumo que selecciona los productos de calidad y el desarrollo de uniones de ciudadanos consumidores para contrarrestar el poder de las firmas distribuidoras y sus medios publicitarios. Esta economía plural desarrollaría la dimensión gratuita de servicios mutuales y de actividades voluntarias que juegan un gran rol en las catástrofes, pero que deberían un rol en tiempos normales para todo lo que es necesidad básica.
Una economía con rostro humano movilizaría “el capital social” que analiza con tanta precisión y agudeza Bernardo Kliksberg. El incluye las “buenas voluntades” de la sociedad civil, estos formidables recursos humanos, no utilizados, inhibidos o paralizados que pueden ayudar a las personas a salir adelante y hacerse cargo de su propio destino.
Bernardo Kliksberg, fecundo luchador, investigador y autor, parte del escándalo de “porque un continente tan rico como el latinoamericano genera tanto sufrimiento”, e indica con gran lucidez nuevas vías y abre horizontes. Esperemos que por el camino de la conciencia y de la solidaridad Americana Latina de un ejemplo al mundo.
Cuando un sistema no funciona es imposible tratar sus problemas vitales. O bien el sistema se desintegra o bien llega a crear un meta-sistema, un sistema más rico, más complejo, capaz de tratar con esos problemas. Al arribar al paroxismo de la crisis las fuerzas generatrices operan un proceso creador. Yo creo en los potenciales creadores de América Latina, captados con tanta fuerza en esta obra.

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