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INFORMACION INSTITUCIONAL

jueves, 3 de abril de 2008

Transgresiones socio-poéticas en la formación ambiental

TRANSGRESIONES SOCIO-PO�TICAS EN LA
FORMACI�N AMBIENTAL

Mich�le Sato
Programa de Pos Grado en Educaci�n / UFMT, BRASIL
R ESUMEN
Este texto busca una ruptura en las
investigaciones hegem�nicas instituidas,
buscando
en
la
socio-po�tica la
transgresi�n necesaria para la formaci�n
ambiental. Fomenta los di�logos de
m�ltiples saberes (del popular al
acad�mico), huyendo de la exclusiva l�gica
de la racionalidad o de los objetos de
an�lisis, pero clamando por especial
atenci�n a los sentidos de los sujetos que
buscan establecer una educaci�n ambiental
sin precognici�n universal. Se cree que la
formaci�n ambiental se inserta en tramas
tejidas m�s all� de la modernidad, y le da
sabor a las trayectorias de la investigaci�n
con la suavidad de la poes�a, del placer y
de los deseos de transformaci�n social con
cuidados ecol�gicos necesarios. Se
fundamenta en la libertad del aprendiz para
la formaci�n de una comunidad de
aprendizaje, con valores cooperativos,
apostando en la capacidad colectiva de
proponer quiebra a los padrones
dominadores establecidos para que la
construcci�n
del
conocimiento
sea
placentera y deseada.
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SATO, Mich�le. Transgresiones socio-po�ticas en la formaci�n ambiental. In: NIETO, Lucy et al.
(orgs.) Foro Nacional sobre la incorporaci�n delas perspectiva ambiental en la formaci�n t�cnica y
profesional. San Luis Potos�, M�xico, 2003 (conferencia magistral – CD-ROM).
2
E
SCENARIOS
I
NICIALES
Verde que te quiero Verde
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre el mar
Y el caballo en la monta�a.
Con la sombra en la cintura
Ella sue�a en su baranda.
Verde carne, pelo Verde,
Con ojos de fr�a plata.
Verde que te quiero Verde.
Bajo la luna gitana,
Las cosas la est�s mirando
Y ella no puede mirarlas
(Romance Son�mbulo
Federico Garc�a Lorca, 2001, p. 110)
Como docente e investigadora del Programa de Post Grado en Educaci�n
(PPGE) de la Universidad Federal de Mato Grosso (UFMT), y participante de la Banca
de Evaluaci�n en innumerables programas de formaci�n e investigaci�n en el
escenario brasile�o percibimos que algunos obst�culos siempre fueron expl�citos en
los procesos de formaci�n ambiental, en especial en los niveles de Maestr�a y
Doctorado. Gran parte de esta dificultad no esta en la complejidad de la Educaci�n
Ambiental (EA), propiamente dicha sino en la forma en como las ciencias han
instituido hegem�nicamente los caminos de la investigaci�n.
Este dise�o heredado de las ciencias naturales, a�n predomina en los
programas de post grado en las agencias financiadotas (Sauv�,1998/99), as� como
en las comisiones de “mentes notables“ que aval�an los textos para su publicaci�n,
ya sea en eventos cient�ficos o en peri�dicos relacionados con la tem�tica ambiental.
Bajo el rigor cient�fico, el distanciamiento del objeto exigido por el sujeto de
la investigaci�n, muchas veces en procesos dolorosos y autoritarios, retirando la
creatividad metodol�gica o la inmersi�n intelectual de quien vive determinada
realidad y posee el sentido de pertenencia al campo de la investigaci�n. En este
contexto, tanto el estructuralismos como el post estructuralismo parece demandar la
“muerte de los autores” (Stable,1997), desde que las emociones, sensibilidad y
otros sentidos son negligentes en nombre de una ciencia que no acepta m�ltiples
v�as y que exige siempre un �nico caminar.
Belle: Sommit
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(orgs.) Foro Nacional sobre la incorporaci�n delas perspectiva ambiental en la formaci�n t�cnica y
profesional. San Luis Potos�, M�xico, 2003 (conferencia magistral – CD-ROM).
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La formaci�n en el �rea ambiental, en especial en la EA, deber� entonces
debatir si podemos trillar caminos multifac�ticos en la construcci�n del conocimiento o
si una vez m�s, deberemos obedecer las reglas y padrones internacionales del mundo
dicho “cient�fico”, inclusive para tener resonancias y respeto por las por las �reas
llamadas “ciencias duras”. La indagaci�n que resta es si tendremos fuerzas
suficientes para buscar una alternativa en la construcci�n de la formaci�n ambiental o
si sucumbiendo ante las fuerzas hegem�nicas instituidas en las investigaciones y
ciencias, deberemos abandonar los sue�os y fantas�as multireferenciales en la
construcci�n de los “sujetos ecol�gicos” (Carvalho, 2002). El miedo al rechazo por la
comunidad cient�fica, de realizar algo “no cient�fico” o m�s a�n, no conseguir
financiamiento de las agencias financiadotas, podr�a crear un profundo malestar. La
crisis establecida todav�a nos revela la belleza de la inquietud. A trav�s de su
superaci�n podremos encontrar m�ltiples caminos en los programas de formaci�n
ambiental, que no sucumban ante las fuerzas hegem�nicas, ni se corrompan por los
deseos de obedecer a los patrimonios consagrados. Habr� alternativas que puedan
desafiar este poder instituido, que bajo la originalidad, creaci�n e invenci�n, puedan
ofrecer la libertad del aprendiz para construir un colorido multifac�tico en el
calidoscopio de la Educaci�n Ambiental.
Las pol�ticas internacionales, en especial la World Summit for Sustainable
Development (WSDD) International Union for Conservation of Nature (IUCN) y United
Nations for Educational, Scientific and Cultural Organization (UNESCO) eliminaron el
programa internacional de Educaci�n Ambiental, sustituyendo el t�rmino “Educaci�n
Ambiental EA, por “Educaci�n para el Desarrollo Sustentable (EpDS). Bajo el
argumento de que EA no consigui� resolver los dilemas ambientales, busc� la
exclusi�n de los idearios ambientalistas, en especial de los de Am�rica Latina para
una nueva proposici�n que pudiese resolver los problemas mundiales.
Ahora, en el contexto de la investigaci�n educacional, diversos autores /
autoras, entre ellos Bernard Charlot
(2)
advierten: las investigaciones educacionales no
son realizadas para la soluci�n de problemas. El papel de la investigaci�n no es
declarar o instituir una verdad universal, mucho menos discursar sobre lo obvio
existente. Las investigaciones, en diversas �reas del conocimiento, en especial en EA
jam�s eliminar�n el hambre o impedir� los impactos ambientales. La investigaci�n,
en el contexto de la formaci�n ambiental busca proporcionar una indagaci�n para
situar un objeto (problema) en un universo te�rico subyacente (problem�tica). La
elocuencia en eliminar la angustia, generalmente en la b�squeda para resolver un
problema, puede confundir la investigaci�n con preocupaciones mundiales. Los
objetos socio medi�ticos (exclusi�n social, miseria, o medio ambiente, por ejemplo),
no pueden representar campos de investigaci�n en s� sino preocupaciones
universales que conducen a campos espec�ficos (objetos) de investigaci�n.
En este contexto creado se genera la pregunta: �si una investigaci�n no
resuelve problemas y las orientaciones internacionales nos dicen que el simple
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cambio de nomenclatura, sobre ideolog�as dudosas, va a resolver los dilemas
ambientales, ser� posible construir una investigaci�n para la formaci�n humana en el
interior del ambientalismo? Las contradicciones evidencian que es urgente redefinir
nuestros papeles, buscando alternativas que puedan substanciar nuestros deseos en
la construcci�n del mundo que so�amos.
En lo imaginario de la mayor�a de las investigadoras e investigadores, a�n
queda la creencia (o esperanza) de que nuestras calificaciones podr�n ofrecer
mecanismos de eliminaci�n de la miseria social y natural. Conocemos los dilemas
sociales y ambientales desde hace d�cadas y a�n con incentivos e investigaci�n y
formaci�n profesional, el mundo asimismo es manifestante de las barbaridades de la
civilizaci�n humana y de los impactos ambientales. Fuimos testigos recientemente de
estar al borde de una III Guerra Mundial, bajo discursos de una verdad absoluta, de
dominaci�n y de imperialismo internacional. La modernidad nos impone un ritmo
lineal de poder en el mundo. Las formulaciones de pol�ticas p�blicas excluyen un
mundo policromo, donde impera la “racionalidad” ambiental” (Leff, 2000). �Estar� la
investigaci�n en concordancia con esta supremac�a? �O podremos alimentar nuestros
deseos aceptando m�ltiples verdades para romper con los padrones impuestos en la
construcci�n de una nueva investigaci�n?
Este texto buscara corroborar con el debate, reivindicando una nueva �tica
capaz de conciliar los deseos de cambios sin perder la austeridad requerida. Alguna
cosa metamorfoseada, que posibilite conciliar racionalidad con pasiones. Una
investigaci�n nacida de la voluntad de cambio, que se firme en el mundo de las
ciencias pero que responda a los sue�os y fantas�as de las identidades de quien
act�a en el escenario ambiental. Un desaf�o, con cuidados para que el miedo no nos
obstaculice, en desafiar la supremac�a establecida en la investigaci�n para algo m�s
placentero, que busque en las emociones, el significado de la esperanza.
Belle: Souvenir d�s sentiments
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A
ROMAS
, C
OLORES
, F
ORMAS Y
P
LACERES DE LA
S
OCIOPO�TICA
En la elocuencia de la ruptura contra los padrones jer�rquicos y autoritarios de la
investigaci�n, Petit (2002, p.34) nos esclarece que la Investigaci�n Socio-po�tica es
un nuevo m�todo de construcci�n colectiva del conocimiento, cuyos presupuestos
b�sicos respetan y aceptan todos los conocimientos, sean acad�micos o populares.
Acu�ada por el fil�sofo y pedagogo Jacques Gauthier (1999; 2001-a; 2001-b; 2003)
“es una estrategia del pensamiento que tiene como presupuesto b�sico que todos
los conocimientos son iguales en derecho y que es posible hacerlo de lo po�tico”. En
otras palabras, es una construcci�n del conocimiento a trav�s del placer
(3)
.
“Lo oscuro y lo confuso son fuentes del conocimiento en
las ciencias sociales y humanas. Nosotros, humanos,
clases y grupos sociales estamos siempre inmersos en un
medio ecol�gico, y el efecto de la complejidad en nosotros
y de proporcionar nociones en las cuales la emoci�n, los
sentidos, la intuici�n, la motricidad e gestualidad nunca
son aisladas de la raz�n” (Gauthier, 2001-b, p.56).
Inspirada en la educaci�n popular y basada en las vivencias de las escuelas
comunitarias, la socio-po�tica busca en Paulo Freire, las pr�cticas del teatro de
Augusto Boal, de las poes�as y de las dem�s formas sensibles �nter ligadas a las
filosof�as occidentales, en especial F�lix Gatarri, Gilles Deleuze y Michel Serres. La
“educaci�n dial�gica” de Freire (1992, p.87) rompe contra la opresi�n de una �nica
verdad absoluta, enfatizando que el papel del investigador no es imponer nuestra
visi�n del mundo, sino dialogar sobre diversos conocimientos. “Para los educadores
libres, la incidencia de la acci�n es en realidad transformada POR ellos y CON ellos.
Quien act�a sobre los seres humanos son los dominadores, para adaptarlos cada vez
m�s a la sociedad que debe permanecer elitista”.
“Una de las diferencias entre el conocimiento cient�fico y el
vulgar, se sit�a en el rigor conceptual y en la precisi�n
sem�ntica que caracterizan al primero, en oposici�n a la
elasticidad conceptual y a la polisemia que acompa�a al
segundo. Pero, tal cualidad de la ciencia no debe ser
interpretada como rigidez mental y tiran�a absoluta de los
t�rminos, tan escrupulosamente compulsivos que
encarcelaran la libertad de pensar, de contraponer y de
superar, en estrecha jaula desprove�da de cualquier
abertura sem�ntica. Tan equivocada comprensi�n de rigor
en los conceptos y de precisi�n en los t�rminos paraliza la
ciencia, dej�ndola en rigidez desprovista de las
perspectivas innovadoras, substrayendo la din�mica y la
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evoluci�n, que tambi�n figuran como caracter�sticas
inherentes a ella (Rodr�guez, 1999, p. 11).
En consideraci�n semejante, Bordieu (1996) apunta que si de un lado existe la
predisposici�n academicista en considerar que hay una dominaci�n simb�lica, una
especie de verdad absoluta o un rigor de la investigaci�n determinado en el interior
de las elites pensantes, por otro lado, el concepto de doxa
(4)
puede explicar el
discurso cient�fico, dotado de autoridad o legitimidad. Los sistemas educacionales o
cient�ficos poseen, a�n, un mecanismo ideol�gico de reproducci�n de las
desigualdades. El desaf�o atribuido a lo intelectual dotado de capital cultural nos
trae la emergencia de una heterodoxia, ya que buscamos otros espacios de
construcci�n del conocimiento.
Es necesario reivindicar una investigaci�n que acepte diversos saberes
desafiando aquello que Bachelard (1974) dec�a sobre la construcci�n de la
investigaci�n, caminar del “no saber” (sentido com�n) para un “saber (esp�ritu
cient�fico). En la socio-po�tica, la adopci�n de una postura de intercambio l�gica se
fundamenta en la aceptaci�n de m�ltiples conocimientos acumulados de las vivencias
y deseos de los sujetos. El c�rculo del conocimiento, popular y acad�mico, tejido en la
trama cultural, propone una red interconectada entre encaje, entred�s y sentidos bajo
un dise�o democr�tico y descentralizado de un �nico poder. Anclada en estos
significados, la socio-po�tica propone la existencia de una comunidad de
aprendizaje, con el abandono de un “yo-aislado-perif�rico” para un “nosotros-
colectivo-cooperativo”.
La noci�n de un grupo–investigador es central en la socio-
po�tica. La transformaci�n, gracias a un dispositivo
apropiado, de un grupo popular en grupo investigador,
permite convertir actual a su potencia de pensar (…) un
grupo investigador es m�s potente que un investigador
aislado. El m�todo del grupo investigador permite,
adem�s de convertir a la democracia en una realidad en
el proceso de investigaci�n, revela y canaliza los
pensamientos escondidos, en g�rmenes recalcados, que
silenciosamente caen en las pr�cticas populares”
(Gauthier, 2001-b, p. 55).
La socio-po�tica, no pretende renunciar a explicar al mundo, pero busca
comprender los significados de luchas �tnicas, de las relaciones de g�nero, de los
movimientos ambientalistas o de las comunidades ind�genas. “Entender al otro
significa que tornemos visibles los cuadros de percepci�n, lectura y an�lisis del
mundo de los otros y simult�neamente, nuestros propios cuadros de lectura”
(Umbelino, 2001, p. 44).
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Caminando un poco m�s en esta construcci�n, el mundo medi�tico nos solicita
que percibamos los objetos, personas, fen�menos o s�mbolos. Por lo tanto, no
estamos aislados en un vac�o social - la vivencia de un grupo investigador permitir�
observar que m�s all� de la existencia del “yo” habr� “otro” - no siempre con apoyo,
sino conflictos, pero tambi�n para permitir conocernos frente al “mundo”. Mientras
tanto, es necesario aceptar que el pensamiento no se limita a la racionalidad, sino
que toma prestado la intuici�n y la emoci�n, en un juego de las sensaciones
corporales y espirituales. “La comunidad de destino es una adaptaci�n al medio
natural y social e, siendo as�, debe confrontarse con la heterogeneidad bajo sus
formas diversas” (Maffesoli, 2002, p.174).
Este dato ontol�gico “yo-otro-mundo”, rescata una contribuci�n significativa a
la EA. La contribuci�n fenomenol�gica es radicalmente dial�ctica: afirma la
triangulaci�n de entidades esencialmente aut�nomas, pero mutuamente implicadas
en la relaci�n. No es una subjetividad desligada y evaporada de un esp�ritu absoluto
y trascendental, que es el sujeto por s� mismo sin mundo; ni representa un objeto
trascendental absoluto por si mismo, que prescinde de cualquier subjetividad para
afirmare como objeto.
De esta forma, somos dados y constituidos a un solo tiempo. Pero, m�s que
eso, no existir�a ning�n yo constituido que no fuese simult�neamente constituyente.
La naturaleza de nuestra percepci�n nos lleva vivir una condici�n humana universal. Y
de los ejercicios de estas relaciones epistemo-praxiol�gicas resultar�an consecuencias
�tico-pol�ticas, de las cuales, como sujetos irremediablemente libres, somos
responsables. Responsables por la comunidad, por la sociedad, y por esta biosfera,
que mantiene la vida como su propia esencia de manutenci�n” (Passos & Sato, 2002-
a, p.130).
En este contexto fenomenol�gico y sociopo�tico es donde debemos organizar
una investigaci�n que se apegue mucho m�s al sujeto que al objeto en s�. Lo que, por
lo menos, que posibilite la aproximaci�n de las parcelas luminosas en el palco de una
investigaci�n educativa. “Raz�n y Sensibilidad” dir�a Janen Austen (2003) una autora
que trajo el adulterio al mundo sofisticado y denominado por la literatura masculina.
Con iron�a, humor y sensualidad, consigue traer al personaje femenino como
protagonista de sus propias elecciones.
De hecho, una investigaci�n en EA puede tener tradici�n, pero tambi�n puede
voltear al rev�s toda escritura �ntima de sus planos. Pues en el trabajo colectivo
encontramos posibilidades infinitas de versatilidad, dentro y fuera de una coyuntura
anal�gica de la vida. Si no se convierte en modismo, se explica como la �ltima fase
de la intelectualidad “Fashion” y muere ah�, como un h�roe de pura sangre con �xito.
Se torna est�tica en asuntos din�micos. Es fundamental, por lo tanto, que una
investigaci�n en EA sea apasionadamente subversiva. Libre, pero leg�tima. La
libertad no es la expresi�n antag�nica de determinaciones sociales, sino la
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realizaci�n de las opciones que estas nos permiten realizar. Investigar, por lo tanto,
es a�n un grande desaf�o. Investigar en grupo es, a�n m�s, desafiante.
Creemos, as�, que la EA esta inmersa en un movimiento social, adem�s de ser
una actividad pol�tica. Nuestro desaf�o viene a responder a la dif�cil tarea de convivir
con diferentes puntos de vista (Parry, 1987). El paradigma colectivo trae tambi�n
angustias y crisis. El mal estado generado en estas construcciones de alianzas es
fundamental para cualquier an�lisis de la postura existencial. La crisis generada
implica en superaci�n, es ella la que construye al individuo, generando en ello
sentido de posibilidades. Las posibilidades pueden ser terribles como agradables,
desdobl�ndose de un modo infinito de existencia. El lado oscuro de las
personalidades individuales que dise�an el todo es una transici�n esencial en la
formaci�n de la comunidad de aprendizaje en EA (Sato, 2001).
C
ONSTRUYENDO LA
ONSTRUYENDO LA
F
ORMACI�N
A
MBIENTAL EN LA
MBIENTAL EN LA
I
NVESTIGACI�N
En lo te�rico–metodol�gico de la formaci�n de la comunidad de aprendizaje,
Yus (2002) considera que el aprendizaje ocurre a trav�s del curr�culo de la vida en
todas sus manifestaciones, incluyendo las dimensiones naturales que componen un
ambiente m�s integrado. El sentimiento de pertenencia, valores y responsabilidad
son proyectados para reflejar y potencial izar la cooperaci�n en grupo. Cuando el
ambiente es maleable, sensible y reactivo, la comunidad de aprendizaje participa a
trav�s de la imaginaci�n y la creatividad, energizada por una meta compartida, o por
un tema generador Freireano. Valen ah� varias fases transversales a la construcci�n
de los conocimientos: de la sensibilidad, de las tomas de decisi�n, del miedo, del
sue�o, del registro o de validaci�n.
Belle: Une idee de pensee
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En las consideraciones de Petit (2002, p.37) la socio-po�tica sublima el
concepto operativo de “analizador”. El analizador es una persona, un acontecimiento,
o alg�n fen�meno que revela alg�n trazo fundamental de la cara oculta de la
instituci�n, que trastorna la cos ano dicha, rechazada como no significativa o
inexistente. Es obvio que hay contradicciones innegables y no hay neutralidad en la
investigaci�n. La medici�n pedag�gica que ah� se establece debe evidenciar la
identidad de los sujetos (yo) par a�n caminar de alteridad (otro) en la construcci�n
colectiva del conocimiento (mundo). Para integrar esta perspectiva fenomenol�gica,
Petit (op cit.) propone que el grupo investigador exprese sus sentimientos,
motivaciones, observaciones en un diario itinerante situado en momentos de
conflictos e interferencias que el grupo enfrenta.
La construcci�n del devenir tambi�n pasa por la socio-po�tica. Una vez
proyectadas las perversidades de la sociedad dominadora por los capitales
hegem�nicos, la construcci�n del ser debe dar raz�n a las esencias, rompiendo con
barreras temporales (Prigogine, 1996; Sato & Passos, 2003; Deleuze & Gattari,
1997; Meffesoli, 2002), con los obst�culos especiales (Incluyendo el ciberespacio) y
aceptando las incertidumbres de un espacio que se cristaliza en el tiempo. Es el
sentido de comprender la memoria colectiva de la cotidianeidad o como intitula
Maffesoli (2002, p. 171) es una “trascendencia inmanente”- una �tica que sirve de
cimiento para los diversos grupos que participan de un espacio – tiempo.
“La socio-po�tica saca provecho del rico caldo de
experiencias teatrales de Boal (1999) proponiendo
por ejemplo que los co-investigadores ense�en ellos
mismos
como
espectadores
situaciones
relacionadas al tema generador para afines de
an�lisis colectivo. Puede recorrerse tambi�n la
construcci�n de im�genes corporales (m�micas
como el Teatro de Imagen) que forman alegor�as
en las cu�les los participantes atribuyen
significados que son registrados e discutidos para
su posterior sistematizaci�n” (Petit, 2002, p.43).
A�n con la consideraci�n de Petit (op cit.) la investigaci�n socio-po�tica utiliza
todo el cuerpo para buscar significados, esencias e imaginaciones creadoras en un
mundo que, muchas veces masacrado por las intolerancias cotidianas, busca
desencadenar el sentido art�stico adormecido en cada sujeto. La liberaci�n en el
interior de un grupo investigador reactiva las potencialidades y democratiza espacios
de “con-vivencia” (Passos & Sato, 2002-b).
Buscamos en este contexto, dislocar el debate de la filosof�a, arte, ciencia y
educaci�n de sus nichos convencionales para ofrecer otra alternativa en la
investigaci�n de EA. Incorporamos los (re)significados cognitivos y epistemol�gicos
en las construcciones referentes al ciclo de la vida y muerte en el interior del
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movimiento de la ecolog�a social. M�s que eso, buscamos la ruptura de la tradici�n
burocratizada para un insaciable descubrimiento de libertad.
La investigaci�n necesita salir de su forma pasiva y neur�tica de ser
dependiente de teor�as preestablecidas o hegemon�as instituidas. No necessita de
orientadores resolutos, pastores abnegados, gurus iluminados o h�roes
renombrados. “Es necesario admitir que los ojos de todos observan m�s que los de
los miopes del jefe (…) La forma pasiva de la necesidad de dependencia autoritaria
significa servilismo, obediencia incondicional” (Rodr�guez, 1999, p.27). La
investigaci�n en grupo exige una educaci�n democr�tica, que tenga autonom�a en los
movimientos para la libertad de lanzar cerebro y coraz�n en una sola voz. O como
dir�a Paulo Freire, para darle sabor a la raz�n con buenas dosis de emoci�n. Y
ciertamente sabemos, que en la qu�mica culinaria y en la qu�mica corporal, son los
sazones que ofrecen placer al paladar, m�s que el plato o el cuerpo en s�.
As�, el conocimiento se enriquece, descubre m�ltiples densidades, se
concentra en lucidez y embriaguez, sale del trayecto obligatorio para abrirse como
una estrella de poes�a. El movimiento ecol�gico, en especial el latinoamericano,
coincide con el surrealismo, pues no es apenas un “estilo”, sino un grito de la mente
y del alma para que los sue�os del mundo y de los valores eternos encuentren la
naturaleza, la libertad, la poes�a y la cr�tica para luchar contra la raz�n pura e
instrumental, contra la especializaci�n, el autoritarismo y la neutralizaci�n ideol�gica
de las sociedades.
En el mundo limitado m�s dominante de la producci�n de los negocios, el
espacio disponible para el arte y para el sentimiento es restringido por las
necesidades y por los deseos de aquellos que conduciendo el proceso, acumulan
sudor y sangre del trabajo humano. Tambi�n Sigmund Freud asevera que la sociedad
en la cual vivimos no deja lugar para la felicidad y el deseo audaz, pues toda la
formalidad de los rituales productivos de Thanatos - La Muerte - implica la renuncia de
Eros - Placer. Le toca al ser humano, aceptar en gran parte las limitaciones de una
cultura (civilizaci�n), como condici�n hist�rica de la sobre vivencia t�midamente feliz.
Se trata de sublimar instintos y deseos, dejando de lado la voracidad del principio
del placer, por la vivencia del sue�o posible, expresado por el principio de la
realidad. Toda la vida es llamada a expresar sus sue�os, en los l�mites ontol�gicos
de la ambig�edad y de la existencia (Sato & Passos, 2003).
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P
ROAIRESIS
:
LA
E
LECCI�N
D
ELIBERADA
Del griego “proairesis” significa una
elecci�n deliberada de un apetito,
guiado por nuestros deseos (boulesis).
No es algo sexualmente corrompido como
la sed insaciable del hedonismo, pero se
proyecta en el dislocamiento educativo
propuesto por Plat�n en la b�squeda de
los placeres de la vida, a trav�s de la
agradable
construcci�n
intelectual
(Peters, 1974).
Epic�reo, todav�a,
propone una teor�a del medio, o sea, una
construcci�n intelectual que busca el
placer en todo el proceso y no solamente
al final de un producto.
Eso presupone que las teor�as explicativas o comprensivas, que pretendieran
proporcionar un significado global al ambiente, a�n cuando supuestamente ool�ticas,
deben admitir un �mbito de l�mite ontol�gico del ser humano y l�mite �ntico
(5)
del
lenguaje: la existencia de nichos no representables, donde toda la palabra cesa, e
inicia en cada uno de nosotros la aventura de los dem�s sentidos. El conocimiento
necesita tener por grande m�rito saber sobre sus imposibilidades, y humillarse, en fin
conocer “las contusiones que el entendimiento recibi� al correr al encuentro de las
fronteras del lenguaje” (Wittgenstein,1996, p.119). La elecci�n de este subt�tulo
representa otra decisi�n – de afecto, de gratitud, de la libertad de obedecer la vida,
pero tambi�n saber guiarla. De quien grita por nuevos escenarios de deseos m�s all�
de la racionalidad, patrimonios o rigores, y que tambi�n desea institucionalizar el
placer en las construcciones de diversos conocimientos que posibiliten la formaci�n
ambiental: una formaci�n Epicureoista de construcci�n intelectual, o una construcci�n
de CONFECTOS – un espacio h�brido entre los CONceptos y los aFECTOS.
Es a eso que Merleau-Ponty (1989) se refer�a, asumiendo en el lenguaje
desnudo, perceptiva y corporal de los pintores, lo mismo que el procuraba en la
filosof�a de la existencia, un encuentro pre-conceptual con el ser salvaje, que se le
revela en parte a la naturaleza, el lenguaje conceptual e interpretativo nos
distanciaba de los fen�menos. An�logamente a los pintores, Merleau-Ponty apunta a
los l�mites del lenguaje en la filosof�a, cuando discursa sobre la ambig�edad del
mundo, en que los l�mites del habla y de las voces, introducen la epifan�a del
silencio:
Belle: d’un printemps � l’outre
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SATO, Mich�le. Transgresiones socio-po�ticas en la formaci�n ambiental. In: NIETO, Lucy et al.
(orgs.) Foro Nacional sobre la incorporaci�n delas perspectiva ambiental en la formaci�n t�cnica y
profesional. San Luis Potos�, M�xico, 2003 (conferencia magistral – CD-ROM).
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“Necesitamos en fin, considerar al habla antes que
sea pronunciada, a partir del fondo del silencio que
siempre la envuelve y sin el cual nada dir�a, o
desenredar los hilos del silencio que la enredan”
(Merleau-Ponty,1989, p.58).
Eso no tiene que ver con la tarea de la EA y del conocimiento filos�fico, cuya
arte de inventar conceptos, plasmar configuraciones, se�alar posibilidades,
permanecer plenamente necesaria (Deleuze & Gattari, 1992, p. 13). Nace as� una
fuerza sin�rgica mayor - una dimensi�n de relatividad de sus seguridades, en el
sentido de aumentar su responsabilidad y de explorar con cari�o sus l�mites toda la
ambig�edad se abriga: claro y oscuro, amor y odio, lo singular y lo universal, narciso
y dionisiaco, notas musicales y pausas, lo luminoso y lo fenom�nico, inmanencia y
trascendencia, la presencia y la ausencia, y de el placer (Eros) y de la muerte
(Thanatos).
Revestida de las m�ltiples voces, inclusive de aquellas jam�s silenciadas, la
EA debe surgir en una perspectiva revolucionaria. Eso implica decir que la formaci�n
ambiental debe ser realizada por el propio grupo investigador. La formaci�n de la
conciencia pol�tica y ambiental, por lo tanto, debe ser interna, que pertenezca a la
propia cultura incorporada y deseada, y no ser piloteada bajo la influencia de
verdades instituidas.
“En la visi�n socio-po�tica, la pol�tica viene del
mismo grupo investigador y no de afuera. El
aspecto de la vanguardia catalizadora de la
investigaci�n est� en su capacidad de analizar el
pensamiento
del
grupo
investigador,
categoriz�ndolo a partir de sus estructuras internas
y estudi�ndolo transversalmente, pues eso (esa
visi�n global, de adentro y fuera del grupo - AL
MISMO TIEMPO) permite apuntar las
resistencias, el narcisismo, los hoyos paranoicos-
fascistas como dice Deleuze, tanto como amar con
cari�o, empat�a, solidaridad y compasi�n, las
b�squedas de libertad y l�neas de fuga
revolucionarias que circulan en el grupo” (Gauthier,
2003)
(6) .
La biosfera no es un mero ap�ndice que acomoda la vida y que incorpora, de
una forma ilimitada, la fabricaci�n y los conocimientos humanos. Vida y muerte son
din�micas “auto-eco-organizadas” (Morin, 1997), que se arreglan en las elocuencias
de la propia Tierra. Todav�a hay que considerar que la velocidad con que los humanos
interfieren en la din�mica vital del planeta nunca fue tan contundente y no se sabe
cu�l es el l�mite para resistir en tiempo h�bil las agresiones sufrida. Lo imprescindible
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(orgs.) Foro Nacional sobre la incorporaci�n delas perspectiva ambiental en la formaci�n t�cnica y
profesional. San Luis Potos�, M�xico, 2003 (conferencia magistral – CD-ROM).
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es considerar hasta que punto el movimiento del cosmos en nuestro cuerpo nos
pueda destacar enteramente, como algo separable y aut�nomo, cuando de sus
entra�as somos apenas su parte.
Una investigaci�n en EA puede ser considerada y aceptada como un valor en si
misma, si la consideramos poderosamente como ella nos lo solicita. Es nuestra tarea
tornarla mejor. Podemos dar im�genes de una manera mucho m�s intensa de esa
realidad, creando nuevas expresiones y pensamientos. Es necesario ser una
educadora o un educador con solidez, para que nuestro mundo de sue�os no sea
f�cilmente destruido, donde la racionalidad pueda encontrarse con la poes�a, en el
fondo del oc�ano de las aguas del sur, bajo la ra�z de una manguera en el calor
escaldante del centro–oeste brasile�o, o bajo la luz lunar mexicana. Una luz que no
ciegue, pero que brille para permitir las m�ltiples manifestaciones de la vida.
Una investigaci�n en EA debe tener ecos, m�s all� mares, aires, tierras y
fuegos. Tiene que ser intensa en sus contrastes de formas, representaciones,
vol�menes y composiciones. S�lo as� podremos encontrar un plano din�mico bajo una
nueva esencia del conocimiento. Un conocimiento enraizado en sue�os, que
permanezca en el impulso creativo y cr�tico de las diversas formas de existencia en
que, sobre manera, consiga nuevas formas de ultra pasajes a las violencias vividas
por nuestra era. La b�squeda de este deseo nos revela que no somos solamente
testigos de la civilizaci�n y de la barbarie. �La EA debe tener el compromiso de
permitirnos ser protagonistas para alcanzar la utop�a - apasionadamente y siempre!

Hab�a suspirado, hab�a besado el papel devotamente!
Era la primera vez que le escrib�an aquellas sent� mentalidades,
Y su orgullo se dilataba al calor amoroso que sal�a de ellas,
Como un cuerpo reseco que se estira en un ba�o;
Sent�a un poco de estima por s� misma,
Y le parec�a que entraba, finalmente
En una existencia superiormente interesante,
Donde cada hora ten�a su encanto diferente,
Cada paso conduc�a a un �xtasis
Y el alma se cubr�a de un lujo radiante de sensaciones.
(Primo Basilio – E�a de Queiroz, 1878)
(7)
.
Belle: du font d�s vents
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N
OTAS
(1)
Docente e investigadora del Programa de Post Graduaci�n en Educaci�n UFMT.
Av. Fernando Corr�a da Costa, sn / Coxip�, Cuiab�, MT, Brasil.
55-65-615-8443 - michele@cpd.ufmt.br - www.ufmt.br/gpea
(2)
CHARLOT, Bernard, Investigaci�n Educacional. En: Seminario Tem�tico en Educaci�n
y Culturas. Cuiab�: Programa de Post Grado en Educaci�n, UFMT, 2003 (palestra).
(3)
El t�rmino po�tico tiene ra�ces griegas (poietik�) que origino un tratado de
Aristoteles, parcialmente conocido hasta la actualidad. El fundador de la
nomenclatura, Democrito, distingu�a cualidades primarias basadas en teor�as
atom�sticas, como dulce, amargo, caliente, fr�o o dem�s cualidades esencialmente
subjetivas. Sin embargo Plat�n fue el primero en usar la diferencia entre cualidad y
sustancia, permitiendo el criterio de la sensibilidad en la elecci�n del placer y de la
creaci�n (Peters, 1974).
(4)
Del griego doxa = falsa conciencia solo para t�rminos de naturalizaci�n o
universalizaci�n, sin consideraci�n de las relaciones entre las ideas falsas o
verdaderas de la realidad social. La doxa se basa en estatuto ontol�gico del objeto,
por al percepci�n de los sentidos (Sato, 1977).
(5)
Aqu� distinguimos ontico de ontol�gico: Ontol�gica es la identidad o la esencia
misma del ser; ontico es la condici�n y limites derivados de su encarnaci�n en el
mundo.
(6)
Gauthier, Jaques. Aprendiendo en la socio-po�tica. Mensaje personal en la lista
de discusi�n en l�nea “socio poetas”: sociopoetas@yahoogrupos.com.br 17/abril/03.
(7)
Voz: Arnaldo Antunes
Amor I love you: Carlinhos Brown y Marisa Monte (EMI).
Belle: printemps vibrant

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